Carta a Joseph Brodsky
Estimado Joseph:
La “Carta a un presidente” que usted dirige a Vaclav Havel resulta brillante, como de costumbre. El “buen salvaje” era sin duda una abstracción arriesgada y optimista que se hacía al margen de la natural abundancia del mal en el mundo. Aun así, pienso que a la noción abstracta de Rousseau no se le pueden achacar los males terribles y las catástrofes que vinieron luego. Porque por cada uno de esos indios asesinados que usted menciona había un asesino de tiempo presente y de carne y hueso, que muy seguramente ni siquiera había oído mentar a Rousseau. ¿Y cuáles eran las alternativas a esa Ilustración que le fastidia? ¿Dónde estaba entonces la lucidez pesimista que usted parece invocar a posteriori? Las cosas no tenían que ser como fueron, al menos no necesariamente o, dicho de otro modo, tal vez algunas cosas fueron como no tenían que ser. Con el tiempo el aporte de la Ilustración resultó crucial en el surgimiento de la democracia, que es una construcción antinatural y arbitraria en términos biológicos, inventada al igual que nuestra supuesta bondad salvaje, pero que hoy por hoy parece por fin funcionar en algunas partes. Esta frágil solución a la difícil convivencia de grandes masas de seres humanos, nunca previstas por la naturaleza, no fue inventada tampoco de otra manera en otra parte. ¿O sí?
Hace usted bien en adscribir todo el asunto al Pecado Original, base última del duradero cristianismo occidental. El Pecado Original es, por así decirlo, el id profundo de nuestra vida espiritual en Occidente. Sólo que el Pecado Original es asimismo una construcción mental, como el “buen salvaje”, con el agravante de que el pecado en todas sus formas se define como tal porque ha de ser castigado, tanto metafísica como físicamente. De modo que ya en los tiempos de san Agustín íbamos mal, querido Joseph. Dice usted que el Pecado Original no es un concepto tan exótico, que simplemente significa que el hombre es peligroso, salto mortal conceptual digno de un estupendo malabarista como usted, salvo que al darlo olvida la de crímenes de segunda potencia que se cometieron con el fin de expiar ese Pecado Original que supuestamente manchaba a todos y cada uno de nuestros antepasados en los territorios en donde predominó el cristianismo.
¿Que el hombre es ...