Columna
Algunos académicos afirman que unirse a la guerrilla se ha convertido en una forma de liberación sexual para las mujeres, ¿cuánto hay de cierto en ello?
Tanja y ptras jóvenes guerrilleras en un campamento de las Farc • © Cortesía del periódico La tercera de Chile
En las maras centroamericanas, el trencito es el ritual de iniciación de las jóvenes al volverse pandilleras: las violan en grupo. En el portal de la Mara Salvatrucha se explica que, así como los hombres para hacerse mareros deben aguantar una golpiza, las mujeres “tienen que brindar servicios sexuales a los miembros masculinos de la banda. Después de un ritual así la chica es admitida y tiene que contar con más ataques parecidos”. Minoritarias en la pandilla, quedan declaradas propiedad colectiva sin los problemas de rivalidades o búsqueda de exclusividad en la hiperactiva vida sexual del grupo.
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Columnista de El Malpensante y La Silla Vacía. Es investigador de la Universidad Externado de Colombia.
Abril de 2013
Edición No.140
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No. 77¿Y al doctor quién lo ronda? Pues lo ronda, entre otras cosas, una peligrosa tentación en la que muchos caen. Ésta es la impresionante crónica de un anestesista que [...]
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