Cuando José Luis Rodrígues Zapatero fue electo general del PSOE en el año 2000, sus asesores en imagen le recomendaron depilarse las cejas bajo el pretexto de que le otorgaban cierto aire vampiresco. Si observamos con detenimiento, las cejas de Zapatero gozan de una curvatura muy pronunciada y forman una especie de monte Fujien el borde superior de los ojos. Esto, según los especialistas, podía minar la confianza que los futuros electores españoles depositaran en él. ¿Cómo confiar en un individuo con las cejas de Boris Karloff? Los especialistas no estaban del todo errados: si los ojos son el espejo del alma, estas cejas de Zapatero reflejaban una mirada, no despiadada, pero sí algo tenebrosa. Incluso en algunas revistas llegaron a verse fotomontajes donde Zapatero aparecía con las cejas retocadas. La página se dividía en dos: de un lado Zapatero con sus cejas naturales y del otro, los resultados cosméticos de sus asesores. Un “antes y después”, como si se tratase del testimonio de un consumidor de Abdominazer. Esto permitía (o así se pretendió) que el público tuviese la opción de decidir cuál era el par de cejas que el delfín de Felipe González debía lucir. Por supuesto Zapatero no hizo caso a estas fruslerías y consideró que su par cejas eran parte (como suele decirse) de su personalidad, y no se prestó a semejante intromisión cosmética.
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Colabora habitualmente con ensyaos y crónicas para las revistas Letras Libres y Cuadernos Hispanoamericanos, de España.
Mayo de 2004
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