Columna
Ante la comunidad internacional, la era Santos se ha encargado de exportar una imagen de Colombia en desarrollo. Sin embargo, viéndolo desde adentro, el narcotráfico, la guerrilla, el paralitarismo y la pobreza siguen al acecho.
La asamblea general de la ONU es un rito anual que pasa desapercibido porque merece pasar desapercibido. Pero esta vez hubo un país que se mostró muy diferente: Colombia. Hace diez años, en su primer discurso ante ese organismo, el presidente Uribe había pintado el drama de una “democracia sitiada por el terrorismo”, donde “todos los días tenemos asaltos en las carreteras: ¿qué tal que esto sucediera entre París y Bruselas, o entre Nueva York y Boston?”. Y hace veinte años el presidente Gaviria, hablando “en nombre de un pueblo que ha soportado la más cobarde e inhumana violencia”, reclamó el apoyo internacional para “Colombia, sin duda la nación que ha pagado el más alto precio en la lucha contra el narcotráfico”.
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Columnista de El Malpensante. Es también director de la revista digital www.razonpublica.com.
Octubre de 2012
Edición No.135
Publicado en la edición
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