Literatura
La silueta de una mano en la pared de una cueva asturiana sirve al autor como pretexto para desempolvar los orígenes de un género poético mozárabe. ¿Qué hilos secretos pueden tejerse entre las jarchas y las manos de una mujer?
En mi casa no íbamos a misa, pero todos los veranos, si estábamos en Asturias, entrábamos con el abuelo Benito en la cueva de Tito Bustillo, en Ribadesella. Entonces aún había que descender con cuerdas. El famoso caballo negro se quedó tan grabado en mi pupila que a veces creo recordar que lo he pintado yo mismo de pequeño, a lápiz y en un cuaderno escolar.
Sin embargo, lo que más me perturbaba siempre en esa cueva era la silueta de una mano, una sola mano izquierda sobre la piedra. Está, por así decir, en las afueras, en el extrarradio, es difícil de ver, pero una vez que la has visto ya no puedes olvidarla nunca.
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Es el autor, entre otros libros, del célebre 'Manual de literatura para caníbales', publicado en 2006.
Septiembre de 2013
Edición No.145
Publicado en la edición
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