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A propósito de Orfeo, la nueva aventura creativa de Mapa Teatro, celebrando sus 30 años de actividad artística ininterrumpida, en producción del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá.
Termina el año 2014 y veo que prolifera en Colombia (y en el mundo: somos pálido reflejo) ese ligero deporte de reducir los asuntos de la cultura a listas de consolación: los mejores montajes, las peores películas, las exposiciones indispensables, los libros de la isla desierta. Sí, leo estos decálogos donde los críticos y los curiosos se explayan demostrando lo que han visto y anhelando provocar el pecado de la envidia: yo sí la vi, tú no la leíste, él se equivocó, nosotros la descubrimos, vosotros perdisteis el tiempo, ellos nos insultan. Las leo pero siento, muy en el fondo, que hay algo infame en reducir el arte, la literatura, el cine o los espectáculos a meros oficios de la estadística, donde se descalifican obras que de pronto a mí me fascinaron o se ponderan ejercicios que no han debido salir del salón de clases.
No me pidan, por favor, la lista de mis montajes favoritos, porque tendría demasiadas consideraciones, excepciones y condiciones, las cuales exasperarían a los editores y ya suficientes problemas he tenido con la extensión de mis caracteres. Guardo, sin embargo, un texto pendiente que he escrito en mi cabeza cincuenta veces y que apenas ahora intento descifrar con las palabras sobre el teclado caliente. Me refiero al Orfeo, la creación de Mapa Teatro para el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, con música original de Christina Pluhar y el Ensamble L’Arpeggiata de Francia, textos del escritor colombiano Hugo Chaparro Valderrama y una constelación internacional de artistas entre los que estaba el cantante argentino Nahuel Pennisi, solistas europeos y suramericanos del bel canto, bailarines de hip hop y toda suerte de tortugas fosforescentes.
Guardo entre mis escritos la reseña que hice a propósito de la presentación de Orfeo y Eurídice en el año 2009, dentro del proyecto denominado “Arquitecturas efímeras”, en el que los gestores de Mapa Teatro, Rolf y Heidi Abderhalden, se acercaban por primera vez a los cantos órficos, en una puesta en escena de la ópera de Christoph Willibald Gluck, “dialogando” formalmente con el asesinato de Sharon Tate. (http://www.vive.in/blogs/bogota/un_articulo.php?id_blog=3630999&id_recurso=450017659). Cinco años despué...
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Trabaja como profesor en la Facultad de Artes de la Universidad Distrital. En 2010 publicó 'El miedo a la oscuridad'.
Octubre de 2014
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