Para Orelia
A fuerza de verla casi a diario
regar, acariciar las matas
y dar de beber a los pájaros
termina uno sin quererlo
aprendiendo su nombre
suprimiéndole el doña
llamándola con un mote cariñoso
ajustado al sentimiento que despiertan
el aprecio gratuito
la confiada costumbre
la historia no contada
de sus arrugas y sus canas
Así se van los meses y los años
sin que falte el agua para las matas
el aguadulce para los pájaros
el saludo cordial que intercambiamos
algunas veces tan solo con un guiño
Algún día amarillean las macetas
hojas secas se acumulan en el suelo
los restos del platón para los pájaros se secan
y el viento levanta polvo
ensañado con el balcón desierto
Una mañana alguna golondrina
se estrella contra la vidriera
que hace días nadie abre
y se escucha el inmotivado chirriar de la cadena
que sostiene en la chambrana algún matero
Entonces a solas
se queda uno a fumarse su cigarro
sin modular palabra
extrañando esa agua
que rumoreaba y goteaba a placer en los arriates
esa confiada timidez de las aves
que venían a abrevar en el cuenco
ese cumplido hola
que aniquilaba sin parsimonia la distancia
y terminaba de pegar con su humana fuerza
esa pared a este muro
(Armenia, 1964). en el 2014 publicó "Tiempo reunido", libro que reúne la totalidad de su poesía hasta el 2012.
Mayo de 2015
Edición No.163
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