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Traducción del francés de Karim Ganem Maloof
Separados por casi doscientos años y escritos desde ángulos y en idiomas distintos, los dos textos que siguen nos recuerdan que las lecturas de Shakespeare y Cervantes están muy lejos de ser agotadas. Mientras ambos son objeto de celebraciones que intentan conjurar la distancia que los separa, las trazas de un manuscrito perdido, encontrado y tergiversado parecen albergar el único contacto verosímil entre el Manco de Lepanto y el Cisne de Avon.
© Ilustración de Santiago Guevara
En 1995, la Unesco escogió el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor. Se eligió esa fecha por ser (aparentemente) la de la muerte de Cervantes y Shakespeare. En realidad, Cervantes murió el 22 de abril de 1616, tres o cuatro días después de redactar la dedicatoria al conde de Lemos y el prólogo del que fue su último libro, Los trabajos de Persiles y Sigismunda. Shakespeare falleció el 23 de abril del mismo año, pero un 23 de abril del calendario juliano, conservado en la Inglaterra anglicana opuesta a la reforma del papa Gregorio xiii, quien suprimió diez días del año 1582. Por lo tanto, de haber sido español, la fecha de su muerte sería el 3 de mayo de 1616. Dejando de lado un epitafio para su tumba, que se presentó como auténtica a los visitantes de Stratford-upon-Avon desde fines del siglo xvii, su último texto fue un testamento, revisado el 25 de marzo de 1616.
En la estela del tratado de paz entre Inglaterra y España
Esa cuasi coincidencia en la muerte ha llevado a pensar que, durante su vida, Cervantes y Shakespeare se conocieron realmente. Los dos fueron los más grandes genios de su época, ¿cómo resistir la tentación de hacerlos conversar? Entre las numerosas ficciones que han puesto en palabras o imágenes este encuentro, recordamos la película de Inés París, Miguel y William (2007), que los hace enamorarse de la misma mujer; la “novela en diálogo” de Robin Chapman, Shakespeare’s Don Quixote (2011), en la cual aparecen como espectadores de una pieza que retomaremos después, titulada Cardenio; o también (y en especial) el extraordinario relato de Anthony Burgess, “Encuentro en Valladolid”, que abre la antología The Devil’s Mode.
Es cierto que nada prueba tal reunión; incluso si la delegación inglesa enviada a Valladolid entre el 6 y el 20 de junio de 1605 para recibir el juramento de Felipe iii al tratado de paz entre Inglaterra y España, firmado en Londres el año anterior, le pueda dar un marco histórico. Anthony Burgess aprovecha ese evento para imaginar que los King’s Men, compañía de la cual Shakespeare era actor, autor y dueño, acompa&nt...
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(Lyon, 1945). Es historiador especializado en el libro, y director de estudios de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, en París.
Mayo 2016
Edición No.174