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Sérgio Moro, el osado juez que procesó a Lula da Silva y reveló un entramado de corrupción de alcance latinoamericano, decidió colgar la toga y unirse al que la izquierda considera el bando de los villanos.
Sérgio Moro atendiendo el llamado de la justicia en una conferencia sobre la corrupción sistemática en Curitiba (2016).
Fotografía de Andrey Heuler. AFP
Una corbata, solo una corbata roja se veía entre la montonera. Luego, una mandíbula afilada, barba al ras y labios apretados. El alboroto lo perseguía desde el lobby. Sus seguidores se arremolinaban en procura de autógrafos y fotos. Los guardias de seguridad forcejeaban en la puerta. El juez más popular de Brasil trataba de abrirse paso hacia la tarima. Sérgio Moro mide poco más de 1,70 m, pero camina como si fueran dos metros. Todo el auditorio se puso de pie. Entre aplausos y chiflidos llegó a su puesto. Serio, ecuánime, Moro se acomodó con el semblante de los hombres a quienes pocas cosas los alteran. El público estaba eufórico.
–¡Viva Moro!
–¡Viva!
El moderador pidió calma. Media hora antes el recinto estaba prácticamente vacío. Pocas personas llegaron puntuales al evento contra la corrupción organizado por el Observatorio Social de Brasil. Solo se llenó minutos antes de la llegada del juez. Cuando Moro por fin comenzó a hablar, debió interrumpir su intervención varias veces.
–Doutor Moro, o senhor salve o país!
–Obrigados! –gritaban desde el público.
El juez hacía pausas, miraba a sus interlocutores, les lanzaba un esbozo de sonrisa y luego retomaba su argumento sin perder nunca el hilo. Satisfechos con la respuesta silenciosa, los alborotadores volvían a acomodarse en sus sillas. Mientras tanto, las señoras se tomaban selfies borrosas desde las gradas y soltaban risitas de colegialas coquetas.
–Moro es todo un popstar –opinó sarcásticamente Luiz, mi vecino de puesto, al ver mi cara de sorpresa.
En solo cuatros años, pasó de ser un desconocido juez de primera instancia en el sureño estado de Paraná a convertirse en uno de los personajes más mediáticos y controversiales de Brasil. Unos allegados le contaron a Gazeta do Povo que Sérgio Moro es más bien tímido, de pocas palabras y pocos amigos. Por eso que estuviera prese...
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Periodista y politóloga. Ha colaborado con SoHo, Arcadia y Semana. Actualmente es jefe de prensa del Cerlalc.
Diciembre 2018
Edición No.203
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