
© Diego Patiño
Relevos malpensantes
Los lectores minuciosos de esta revista –y que los hay los hay, como pasa con las brujas– detectarán que en esta edición aparece un cambio importante en los créditos. Yo, que durante doce años y un par de meses fui director, ahora paso a ser “fundador”, mientras que Mario Jursich, quien hasta diciembre era el subdirector, ahora tiene el título y, más que el título, la responsabilidad de ser el nuevo director.
Dado que sigo siendo el propietario y el principal apoyo financiero de la revista, algunas personas me han preguntado por las razones de este cambio, y no he sabido dar ninguna rara. No me estoy divorciando del destino de El Malpensante y tampoco noté mayores incompetencias de las que ya tenía anotadas en el inventario al mirarme una mañana en el espejo. Las criaturas tienen los padres que tienen, no los que se merecen, y eso sigue siendo cierto para esta revista. Simplemente sucedió que el tiempo había pasado, y en una de ésas entendí que un ciclo vital se había cumplido para mí. Algo me decía que el exigente puesto de director me comenzaba a pesar y que debía sacar la cabeza por otro hueco. Dejo, pues, la responsabilidad en manos de Mario, el único otro miembro del equipo fundador que aún nos acompaña, y él la asume con ganas. Sé bien que es mucho más que competente para el puesto, pero ésta no es una razón rara para nombrarlo. Al contrario: es la única válida.
El cambio no se decidió de manera súbita, fue planeado a todo lo largo de 2008. De ahí que los lectores tal vez noten un nuevo énfasis, una renovación de estilo, algunas excentricidades interesantes que resultan casi obligatorias para todo director que se le mide a una revista como ésta, mas no un cambio drástico de personalidad. Convinimos en que El Malpensante no dejará de tener un alma paradójica y en que honrará los compromisos adquiridos con sus lectores a lo largo de doce años. Seguiremos siendo agentes de una literatura contagiosa, alegre e invasiva; seguiremos inter...