Breve historia del pene

y aledaños, a través de los siglos y los años

Por allá en los años sesenta, un montón de intelectuales medio borrachos y medio inspirados comenzaron a soltar seguidillas de versos obscenos en algún café del centro de Bogotá. El arranque espontáneo se convirtió en un ejercicio habitual: se pasaban la pelota y entre todos iban armando los poemas que conformarían La historia del pene y aledaños a través de los siglos y los años.   

POR El Malpensante

Enero 27 2021
© Skyscan | Corbis

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[Orígenes]

Vencido Adán por femeninas tretas

a Eva preguntó: ¿Por dónde orinas?

Repuso ella, cogiéndose las tetas:

Yo me aguanto las ganas, ¿tú qué opinas?

 

Se presume que fue, de esta manera,

como el mundo llegó a la berraquera.

Y la herencia que de Eva se recibe

en los próximos versos se describe.

 

La Biblia en sus libros iniciales

poco habla de las partes genitales.

Pero se dice, con saber rotundo,

que el tórtolo es el eje de este mundo.

 

Dicen que el malparido de Caín

mató a un equino y le arrancó el tomín.

Y, blandiendo tal arma con la mano,

a tortolazos liquidó a su hermano.

 

Y el Arcángel Gabriel caparlo quiso

más Caín escapó del paraíso

y refieren que errante y vagabundo

fue en eso de tirar el más profundo.

 

Se cuenta que en el Arca de Noé

tiraban acostados y de pie

y que en medio de tanta confusión

hasta la pulga tuvo menstruación

y que gozaban allí los animales

frotándose las partes genitales.

 

Noé, borracho que en la historia asoma,

tuvo fe inquebrantable en la “paloma”

y disponía de un servil copero

que usa ya bigote minetero.

 

Nos dice Babilonia la indiscreta

que Sansón se acabó por la bragueta

y que Dalila en memorable juerga

le peluqueó los pelos de la verga.

 

Dicen que Malaquías, el Profeta,

fue el primero en batirse la puñeta

y que Moisés, atravesando el Nilo,

se lo dejó mamar de un cocodrilo.

 

Diéronle a Sansón, ciencia infinita,

los dulces polvos de la Sulamita

y quiso, corrompido tan feroz,

clavar a un niño y dividirlo en dos.

 

Cuentan que David cuando cantaba

con las manos el pene se agarraba

y que a Goliat, después de varias pruebas,

le asestó un caucherazo por las güevas.

El impúdico pueblo de Gomorra

fue común el marica y la machorra

y allí nació al conjuro de la magia

la pacífica y dulce blenorragia.

 

Otros muestran la chocha de Popea

como origen de toda gonorrea,

y que su hijo Nerón por todos lados

infectó de este mal a sus soldados.

 

[Personajes]

Cleopatra y Marco Antonio en las galeras

tiraban de todas las maneras.

En tanto Julio César solo pudo

masturbarse en el baño, por cornudo.

 

Sócrates predicaba el onanismo

con la frase: “Conócete a ti mismo”.

Sin embargo, el singular Platón

a Sócrates llamaba de güevón.

 

San Francisco de Asís, varón tan sano,

al “pájaro” llamaba fiel hermano,

San Luis Gonzaga desde pequeñuelo

mostraba ya inclinaciones de pajuelo.

 

Aquello de meterlo por delante

lo inventó Genoveva de Brabante.

Aquello de meterlo por la cola,

lo inventó san Ignacio de Loyola.

 

Tenía tan largo el pene Carlos Quinto

que lo llevaba como espada al cinto.

Y cuando iba a cazar a la montaña,

montaba en él su tienda de campaña.

 

Don Felipe Segundo, rey impuro,

introdujo en Europa el chancro duro,

pero ya desde tiempos de Hildebrando

se llevaba con lujo el chancro blando.

 

Y así, la Inquisición, con mano dura,

resolvió establecer la capadura

que consiste en dejar las vergas solas

sin la presencia augusta de las bolas.

 

César Borgia en sus locos desenfrenos

agarraba a Lucrecia por los senos,

y si ésta protestaba, con brutal cinismo,

sacaba el pene y la clavaba ahí mismo.

 

Carlos Marx en sus libros sostenía

que la paja es cuestión de economía,

y otros dicen que el cálido caudillo

simbolizó la verga en un martillo.

 

Y siempre, por político recelo,

lo llevaba parado Maquiavelo

y la orquitis que es mal tan indiscreto

lo produjo en la historia Luis Capeto.

 

Gargantúa tan largo lo tenía

que con la punta el sol oscurecía

y colosales eran sus tamaños

pues en su culo colgaban los armaños.

 

No obstante la púdica sonrisa

el pingo le gustaba a Monalisa

en tanto, la sin par María Antonieta,

prefería la lengua en la galleta.

 

El ilustre Jacinto Benavente

gozaba con ponérselo al sirviente

a la vez que a su mujer, Quevedo,

le sacaba la piedra con el dedo.

 

Federico Chopin, con útil fin,

se acabó por el abuso del tomín.

Se cuenta también que el conde Ciano

le tiraba a su suegro por el ano.

 

Al tan famoso conde Galatea

le prendieron la horrible gonorrea

y al sentirse con mal tan puerco sucio

sacó la espada y se cortó el prepucio.

 

[Francia]

En Francia con pasión y con denuedo

las bellas damas se metían el dedo,

y esto determinó que en los salones

empezaran a usarse los condones.

 

Y que el pene se untara con saliva

como única medida preventiva

que aparece más tarde reemplazada

por pura vaselina boricada.

 

Entre las cortesanas fue Friné

la primera en gustarle la miné

porque un amante que su gloria mengua

era de la “academia de la Lengua”.

 

[Usos]

En épocas de bárbaras naciones

se usaban hasta el suelo los cojones.

En cambio, en la edad de las cavernas

los cojones llevábanse a las piernas.

 

Los visigodos, pueblo muy sencillo,

los usaban tan solo hasta el tobillo

y los fenicios, pueblo navegante,

inventaron la verga circulante.

 

Los troyanos, pueblo muy guerrero,

llevaban el escroto de sombrero,

y los caldeos, por demás soldados,

implantaron las turmas a los lados.

 

Los egipcios, con mucho disimulo,

las llevaban tenidas en el culo,

mas los judíos, con valor notorio,

lograron implantar el suspensorio.

 

[Indias Occidentales]

El altivo señor Quemuenchatocha

agarraba a las indias por la chocha

y dispuso el cacique con acierto

seguir tirando hasta después de muerto.

Se cuenta que el cacique Nemequene

azotaba a las indias con el pene.

Y también Belalcázar y Quezada

clavaban a las indias en manada.

 

Refieren que el ilustre Sabio Caldas

flora encontró bajo las faldas.

Vino luego el gusto del trasero

con el Virrey Antonio Caballero.

 

Simón Bolívar, genio consagrado,

fundó la orden de “El Cojón Rayado”.

Y sin descanso ejecutó Nariño

los “Derechos del Hombre” desde niño.

 

Más tarde triunfó la berraquera

con el uso que al pingo dio Mosquera

quien confiscó a los padres jesuitas

doscientas veintitrés casas de citas.

 

Así explicase con rudo castellano

todo el origen del linaje humano,

lo que quiere decir sin más disputas

que en el mundo hay muchos hijueputas.

 

En rudo castellano

Por allá en los años sesenta, un montón de intelectuales medio borrachos y medio inspirados comenzaron a soltar seguidillas de versos obscenos en algún café del centro de Bogotá. El arranque espontáneo se convirtió en un ejercicio habitual: se pasaban la pelota y entre todos iban armando los poemas que conformarían La historia del pene y aledaños a través de los siglos y los años.  

Poco más que conjeturas es lo que se sabe de ese libro inédito. Así lo hicimos saber hace un par de ediciones cuando publicamos dos poemas que se atribuyen a uno de los contertulios, Arturo Camacho Ramírez. También en ese número anotábamos algunas especulaciones sobre los implicados en los poemas y pedíamos ayuda a cualquier fuente amiga para completar la historia.

Pues bien, por medio de cartas de nuestros lectores hemos podido confirmar que, a pesar de la opinión de algunos contradictores, los versos publicados anteriormente en efecto pertenecen al poeta tolimense Camacho Ramírez. Ahora, también respondiendo a nuestro llamado, hemos recibido por mail un par de chismes adicionales sobre aquellas tertulias y, sin mayores señas para seguirles el rastro, estos cinco poemas rescatados del presunto libro.

Lo poco que sabemos del remitente, León Darío Cadavid, es que leyó los “Dos poemas procaces” en la edición 98 de El Malpensante, que eso le recordó unos papeles que tenía guardados desde hace casi cuarenta años, que para esos días estudiaba en el Liceo Antioqueño de Medellín, que desde entonces siente una extraña predilección por coleccionar “este tipo de poemas” (¿rarezas anónimas o procacidades exquisitas?), y que tampoco él sabe el nombre del autor o de los autores.

Le agradecemos por haber compartido este material con nosotros y abrimos de nuevo nuestra curiosidad, esperando que cualquier nueva versión, lírica obscena o chisme al respecto nos llegue al correo [email protected] Tampoco nos molestaría seguirle el rastro a León, pero esa es otra historia.

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