Correzione; ¿El más grande escritor?; Agradezco la rectificación

No somos tan fachos; Una última sobre el festival

Los lectores opinan

POR Lectores El Malpensante

Enero 27 2021

Correzione

Comparto con el señor Guillermo Angulo, nato a Anorí y autor de la nota “Corrector de pruebas” aparecida en la edición número 87, la opinión de que Borges no aprendió italiano leyendo a Dante. Como ignoro la biografía del autor argentino, desconozco si lo aprendió o no y en qué circunstancias, pero encuentro correcto el italiano de la anécdota.

En primer lugar, entiendo que una anécdota es el relato de un suceso curioso: un vicecónsul italiano casi muere en una caída y antes de perder el conocimiento tiene ánimo suficiente para telefonear a su enamorada anunciándole, no su accidente sino la cancelación de la visita que segundos antes había concertado. Borges relata la anécdota a Bioy Casares, no la inventa. Quien parla italiano es il signore Ciànciolo, un agregado cultural, que desconocería su propria lingua si aceptamos las razones de don Guillermo.

Vengo subito significa arrivo subito: llego inmediatamente, al instante, que ansioso pudo anunciarle el agregado ileso a Giselda. Pero vado subito significa voy enseguida, inmediatamente después en el tiempo, declaración gozosa que el vicecónsul pudo haberle hecho a su “gordis” al finalizar sus compromisos. Subito aquí es un coltello con dos filos: inmediatamente, enseguida.

Andare (ir) e venire (llegar), son dos de los verbos italianos irregulares empleados por los buenos profesores para exigirle a los aprendices hispanoparlantes pensar en esa bella lingua. La mia correzióne arriva alla fine e me ne vado.

J. F. Ruggiero

 

¿El más grande escritor?

Me refiero a la breve nota sobre Gabriel García Márquez al final del cuento suyo publicado en la Edición Nº 88 de El Malpensante, la cual asumo como una opinión de ustedes y nada más.

García Márquez es el único premio Nobel que tenemos en Colombia, es cierto. De él se puede decir que es un gran escritor, que es el más conocido de los nuestros casi con seguridad, y tal vez el que más vende; pero en esto de las artes, a diferencia de lo que sucede en los deportes, por ejemplo, cuyos resultados se supone son mensurables y objetivos, la clasificación de alguien como el mejor o el más grande es un asunto de gustos apenas, o de valoración subjetiva. Me parece que juicios como estos son antipáticos(y con mayor razón si proceden de una revista que promueve la lectura y la literatura), y que son afrentosos o descalificadores por decir lo menos para con el resto de los escritores colombianos, muchos de los cuales incluyen ustedes en sus páginas.

Les agradezco mucho amable su atención,

José Enrique Robledo Ocampo

 

Agradezco la rectificación

Desde hace años soy suscriptora y siempre me pareció que la revista respeta al lector, lo considera inteligente. Primero, nos dan artículos exigentes, a veces densos, pero siempre muy bien escritos, con mucho cuidado en los detalles (y no pocas veces divertidos: tiene que ser divertido un artículo de 20 páginas sobre el petróleo en Venezuela, o una entrevista a un ilustrador desconocido en nuestro medio, de casi también 20 páginas, para que uno se los lea completos en una sentada). Segundo, aunque no soy experta lingüista siempre he notado que revisan muy bien la ortografía y los datos. A veces se les va un gazapillo por ahí, pero eso pasa hasta en las mejores familias. Y tercero, las ilustraciones y fotografías son variadas y siempre excelentes.

Por todo lo anterior, me preocupé de verdad leyendo el número 87, cuando empecé a ver errores desde el Iceberg, luego en los artículos (me brincaron a los ojos nombres mal escritos). Y errores por igual en los textos y en las imágenes: lo nunca visto en sus páginas. Me pregunté: ¿los redactores de El Tiempo tan laxos, tan descuidados con el lenguaje y la edición, se tomaron la redacción de El Malpensante?¿Qué les pasó a los señores Hoyos el director, Díez el corrector, Jiménez el editor, Jursich el subdirector?

En fin, en la pasada edición pusieron una nota a manera de “acto de contrición y propósito de enmienda”. Y parece que venía en serio, porque no vi errores de notar en la edición. Sigan así, señores, por favor. Sigan respetando a sus lectores.

Susana Jaramillo

 

No somos tan fachos

No me he leído absolutamente todos los ejemplares de la revista, pero sí muchos en la hemeroteca de la universidad y en la casa de mi tío que está suscrito. A ratos son rancios y a ratos son divertidos; me sacan rabias por ese tufo como tan gringo que tienen, pero casi siempre encuentro cosas para leer en sus páginas. Me hace falta más poesía. Cuando vi en el índice que publicaban algo de Humberto Ak’abal me dije: “estos tipos no son tan fachos”, y me fui de una al Breviario. Bueno, no era un poema del gran poeta indígena, pero sí un textico muy bonito sobre su cabellera. Gracias.

Roberto González Botero

 

Una última sobre el festival

El festival está bien. Las presentaciones musicales fueron fantásticas. Tuve la oportunidad de asistir a varios eventos en diferentes días, lastimosamente me perdí el cine porque proyectaron las cintas varias horas después de lo programado, pero los nuevos juegos me sirvieron para pasar un buen rato. La zona de comidas era muy agradable, pero el 90% era carne, así que fue un pesar. Felicitaciones por los invitados que trajeron; realmente admirable el esfuerzo que hizo la revista para convocar a tan disímiles personajes a nuestro alrededor. Hay algo que me disgusta. Aparentemente, muchas de las personas que asisten buscan una cátedra en vez de un sano debate de ideas. La campaña publicitaria y la importancia de los invitados hace que se cubran de un aura de irrefutabilidad dentro de la que es imposible malpensar. Ejemplo, la mujer que al finalizar la charla titulada “El aforismo nuestro de todos los días” pidió que le concluyeran ideas que fácilmente ella hubiera podido encontrar. Eso no me parece sano para un Festival Malpensante, cada persona debería estar consciente de que no se trata de escuchar con veneración a las personalidades invitadas, sino de aprehender sus ideas respetuosamente y construir algo nuevo. Puede que la construcción que resulte no sea superior a la idea original, es seguro que la experiencia y la autoridad del invitado tienen una validez demostrable, pero nuestro festival de malpensantes no se puede quedar en la aceptación obediente de opiniones. Hay que invitar a la crítica. Juntos y revueltos, en el ámbito intelectual también.

Jonathan Beltrán

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