Para un Nuevo nuevo nuevo nuevo sentimentario

Reseña del Nuevo sentimentario (Luna Libros, 2019)

POR Julián Santamaría, Tania Triana y Antonio Restrepo

Abril 12 2023
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Para quienes quieren dedicar un poema a su pareja o para aquellos que, simplemente, tienen un interés en la poesía amorosa, el Nuevo sentimentario podría ser la recomendación indicada. Al ser la continuación del Sentimentario que Darío Jaramillo Agudelo compiló, editó y publicó con la editorial Oveja Negra en 1986, esta antología de poemas de amor, publicada por la editorial independiente Luna Libros en 2019, explora dicho sentimiento desde diferentes textos para reflexionar, conversar, compartir y dedicar.

A diferencia del primer libro, esta antología realizada por Catalina González, Juan Felipe Robledo y Darío Jaramillo tiene un espíritu conciso que apuesta por la portabilidad. Como una pequeña caja de dulces. El diseño, que ya estandarizó Luna para sus otras publicaciones, es del tamaño de la palma de la mano y está pensado para ser llevado en una maleta sin ocupar mucho espacio. Por lo mismo, el libro –compuesto por un centenar de páginas– consta de tan solo 53 poemas de escritoras y escritores nacidos entre 1960 y 1998.

No es difícil imaginar que estas características tienen un propósito común: convertir al Nuevo sentimentario en un libro que va de mano en mano. Fácil de cargar, fácil de leer en cualquier lugar sin miedo a que se desgaste y, por lo mismo, fácil de compartir. De ahí la pasta dura que caracteriza las publicaciones de la editorial y la decisión de elegir un poema por autor, y no múltiples, como sí lo hizo su antecesor.

Asimismo, y como lo explica González en el prólogo de la antología, quienes compilan los poemas de este libro buscan “retomar nuestra tradición sentimental” (la colombiana). Y por ello escogieron poemas en cuyas líneas se plantea una relación directa con el amor. González escribe: “Los poemas de este libro tienen que ver directamente con el amor, no como un pretexto sino como la materia central del poema”. De esta forma, sabemos que la antología busca cumplir con dos objetivos. Primero, revisar y darle una continuidad a la tradición de la poesía amorosa en Colombia. Y segundo, presentar textos cuyo eje central sea el amor. 

Por esto, a lo largo de las páginas del Nuevo sentimentario se nos revela una tradición de poesía amorosa local que, como toda tradición, tiene más puntos recurrentes y cánones establecidos que fugas y exploraciones. La mayoría de poemas se concentra en el amor de pareja y, pareciera, deja de lado otros tipos de amor. De la misma forma, la corporalidad es un punto central que aparece texto tras texto, y en muchos casos se contrapone a una aspiración divina, de la misma forma que la fugacidad se contrapone a la eternidad. Por ejemplo, en el poema “Desposeído”, de Jorge García Usta, en donde la textura de la boca transporta al “luto indio”, la piel resulta una llanura y un enigma, y las nalgas, “el misterio gemelo de todo infinito”. O en “Nocturno del jaguar”, de Ramón Cote Baraibar, en el cual la voz poética anhela congelar el recuerdo e “impedir que muera la noche”, y para ello interpola en la figura de la pareja la animalidad y el deseo que terminará por dejar una marca que será herida y recuerdo.

En esta noche distante déjame acariciar tu piel

por primera y última vez, jaguar en la espesura, 

solo para que me dejes el recuerdo de tu nombre

escrito de un zarpazo. (p.75)

De esta manera, la proximidad y permanencia del zarpazo en la piel se contrapone a la noche distante y al amor fugaz. 

 O en “Pez de fuego”, de Alejandra Lerma, en donde también encontramos la tensión amorosa entre el cuerpo y el espíritu, atravesada por una animalidad que, a diferencia del poema de Cote Baraibar, no es entendida desde su componente salvaje sino desde su carácter sensible:

Cada palabra que te ofrezco es un anzuelo

es una llama

es otra forma de invitarte al centro de mi cuerpo

que también es mi espíritu (p. 90)

Así, la noción del amor de estos poemas se construye alrededor de la tensión entre la corporalidad y lo trascendental.

(Para salirse de este esquema, véase Del porno y las babosas)

Otra de las tendencias que aparece en este libro es la entronización del recuerdo (muchas veces visto desde el desamor) y la espera. “Ciruela” y “Negativos en color” son algunos ejemplos, así como “Hotel con ciudad”, de Elvira Alejandra Quintero, que presenta la imagen desoladora, aunque romántica, del sujeto que queda a la deriva después de la despedida:

Una ciudad respira afuera, inmensa y desconocida.

Una ciudad cerrada para ella

como el amor, cerrada

como su amor, difícil e inconstante.

Todos en algún momento la convirtieron en una mujer que espera.

Todos fueron el hombre en su centro,

el sentido secreto, 

el nombre de una ausencia (p. 12)

Estas imágenes elaboran una tristeza que excluye al individuo del mundo y lo arroja, paralizado, a su interior. 

Por su parte, en “Devenir de amantes”, de Jorge Piragua, se da el movimiento contrario. La voz poética explora una incertidumbre que, en lugar de detener, suscita un desplazamiento:

Somos un porvenir doblemente vago,

un cielo que espera llegar

sobre una aldea sin nombre (p. 96)

Aun cuando la única seguridad es lo indefinido, el recorrido no se interrumpe. No obstante, ambos poemas se encuentran vinculados por una emoción que, sea nostalgia, añoranza o incertidumbre, adquiere un tono devocional que con frecuencia se asocia a la necesidad de entregarse completamente al otro. De la misma forma lo evidencian “Vienes, vas...” y “Siembra”, entre otros.

Ahora bien, dentro del Nuevo sentimentario también hay poemas que retan al lector y animan a cuestionar la tradición amorosa del poemario. “Vaso con agua”, de Estefanía Angueyra, es un ejemplo. El poema no habla de parejas ni desamores. En cambio, nos presenta dos posiciones amorosas frente al lenguaje. Por un lado, la posición de los amantes de la lógica gramatical, y, por el otro, la posición de los amantes del juego y la exploración de la lengua. Es decir, las posiciones de quienes dicen “vaso con agua” y “vaso de agua”, respectivamente. 

Curiosamente, el poema asume ambas posiciones en una operación doble. Así, mientras la voz poética se burla de los amantes de la lógica y defiende la expresión “vaso de agua”, también se afilia a este grupo al titular el poema “Vaso con agua”; opta por respetar cada palabra y signos de puntuación, y explorar la lengua dentro de la lógica de composición interna que ha creado en el poema. 

Para finalizar, la voz poética explora la imagen de un “vaso de agua” que derrite su centro para darnos de beber. Una imagen amorosa en la que el vaso, que es construido por el lenguaje (y puede representar el lenguaje mismo), se entrega para dar de tomar a sus amantes. A los que dicen “vaso de agua” y a los que defienden “vaso con agua” por igual.

“Ahora a tiempo”, de María Gómez Lara, es otro poema que hace parte de este grupo de textos que destacan, pues apuesta por invitar a nuevas reflexiones amorosas y jugar con otras formas en el poemario. En este caso, la acumulación de palabras en los versos reta la respiración de los lectores, la escritura juega con el tartamudeo y la tensión se crea entre entregarse y sufrir por el amor, y cuidarse y amarse a sí misma. 

En este texto, el retorno y el movimiento son claves. Sin embargo, aquí se plantea la huida, el no llegar y el no tener retorno, reflexionando así sobre los efectos de la idealización del amor y planteando una reticencia a los mismos.

iba a llorar por él y por mí y por todos los que andamos perdidos sin retorno

pero esta vez no me quiebro estoy a tiempo

esta vez ya sé y aún no es tarde aunque aparezca él va a correr que no está que nunca estuvo que sus pasos son huellas que se ha ido que no puede quedarse

porque no porque no porque no quiere

Al final, la tensión interna entre la mayoría de poemas con tropos e imágenes repetidas frente a los pocos poemas que rompen con la tradición es el mayor logro de la antología, así como su mayor debilidad. Gracias a este desbalance, los lectores pueden cuestionar sus nociones del amor y releer los textos en diferentes claves. Sin embargo, también queda la impresión de que se dejaron por fuera del Nuevo sentimentario varias formas del amor y de su exploración literaria, favoreciendo cierta homogeneidad que causa una sensación de repetición tonal, formal y conceptual en varios de sus poemas. 

Así, cuando el prólogo declara: “En nuestra pesquisa comprobamos que hay poetas que no escriben, o al menos no publican, poemas de amor”, valdría la pena preguntarse si aquello es una afirmación verdadera o una sentencia producto de una idea concreta pero limitada de lo que es, o puede ser, una expresión literaria del amor, aún más si aceptamos que el poema de Angueyra sobre cómo llamar a un vaso de agua es un poema de amor. 

¿La poesía amorosa colombiana se limita a sus primeros ecos y concepciones, o tiene muchas otras facetas que están por explorar? Esperemos que, como primer esfuerzo por retomar la tradición, la apuesta haya sido por la poesía amorosa más conocida, y no que la poesía colombiana se quedó en los clichés del amor. Es evidente que el mundo y la noción del amor han cambiado radicalmente desde la publicación del primer Sentimentario. Por lo mismo, la forma de tratar nuestra realidad –y el amor en ella– desde la textualidad se ha transformado a la par de este nuevo entorno. Surge, entonces, la pregunta de si habrá un Nuevo nuevo sentimentario donde convivan las diversas formas del amor. Nosotros esperamos que sí y que se encuentren poemas de aquellos poetas que aparentemente no publican poemas de amor. Es más, esperamos muchos Nuevos nuevos nuevos sentimentarios, que sean igual de portables para compartir, y aún más variados para conversar.


Recomendado para: Quien al ver El diario de Bridget Jones se identifica con la protagonista y se conmueve hasta las lágrimas o decide dejar de creer en el amor.

Esta reseña fue escrita por el equipo del Observatorio de Poesía en Movimiento (OPM) del Instituto Caro y Cuervo. Más información acerca del OPM en https://opc.caroycuervo.gov.co/

ACERCA DEL AUTOR


Julián Santamaría es graduado en artes liberales del King’s College de Londres con una maestría en periodismo de la Universidad del Rosario. Una persona de muchas palabras, pero de poca escritura.

Tania Triana es magíster en literatura y cultura. Su enfoque de investigación son los estudios de memoria y desaparición forzada. Le cuestan los ejercicios de autodescripción pero le gustan los chistes malos y conversar.

Antonio Restrepo es profesional en estudios literarios y magíster en escrituras creativas. Sobre la profesión que aparece en sus diplomas escribió: “Textualista” y “Epistolario”. Después de ver Ratatouille y leer a Szymborska entendió que todas las personas podían escribir.