Eduardo Halfon

No es precisamente una dulce tonada la que suena en esta historia: mientras otea a los clientes que entran y salen de una cantina, un hombre recuerda el secuestro de su abuelo libanés, perpetrado por la guerrilla guatemalteca en 1968. Un fragmento del último libro de un autor de la casa.

El agua hiede, se ve verde. Un hombre vuelve al lago de su infancia para constatar que este se ha convertido en un vertedero, un caldo que bulle como una herida abierta de la guerra civil en Guatemala.  

Un padre y su hijo de dos años van a conciertos de música clásica para conocerse en silencio.

Esta breve nota recuerda que el suicidio está siempre disponible para quien no se sienta a gusto con la vida. 

Imitando se aprende casi cualquier cosa. Incluso las que uno no quisiera aprender.

La angustia de caminar al filo de la primera decisión que debe tomar un padre judío.

Siempre hay una primera vez. Versión posible del día en que aprendimos a leer en privado, quizás por respeto a los otros que leen en silencio.

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¿En qué consiste convertirse en padre? ¿En qué consiste traducir poesía? Un escritor guatemalteco vive simultáneamente las dos experiencias y enfrenta a través de la literatura las preguntas que ambas suscitan. Las salas de maternidad –de paternidad, en este caso– son el escenario en el que convergen los versos de William Carlos Williams, poeta y médico, con la emocionante incertidumbre ante el nacimiento de un primer hijo.