Rigoberto Gil

Mientras García Márquez iba escribiendo la cruenta historia del asesinato de Santiago Nasar, dejó en periódicos y documentos apócrifos un hilo de tinta que ahora, varias décadas más tarde, otro escritor sigue con lupa. Las pistas indican que hubo estrategias publicitarias, varios personajes reales indignados con la forma en que fueron retratados y un epílogo nunca publicado que pone en suspenso la naturaleza ficcional del libro.

Un accidentado robo ocurrido en Uruguay y convertido en novela  acaba arrastrando a un lector-fan a la escena del crimen tras las huellas reales de la ficción. ¿Quién era el autor tras ese artificio narrativo salpicado de crónica? ¿De qué fuentes bebe su obra? Este afectuoso réquiem despide a Piglia mientras abraza su literatura.